Pero la Peña empieza a tener cierta inercia positiva y las cosas funcionan relativamente bien, sin duda el esfuerzo disimulado de algunos empieza a dar sus frutos, ahora no puedo evitar acordarme entre otros y otras de Pilar y José Miguel. Y esa inercia positiva se plasma, en que empieza a no ser nadie imprescindible. En este caso y gracias a la iniciativa de Rafael Flores, tenemos unas magníficas fotografías de la actuación, y gracias a la grabación de José Manuel “El Tapi” y al CD que ha elaborado con esmero y generosamente ha donado a la Peña , tenemos el “cante primorosamente empaquetado” de Natalia y que nos permite hacer esta crónica de la actuación de la que ya nos hemos comido más de la mitad. Pero todo no va a ser cante, en la vida de las peñas, los “aconteceres” tienen su importancia.
Me cuentan que llovía aquella noche como “cuando enterraron a bigotes” como dicen en mi pueblo y que la noche daba para el recogimiento, para introducirse en la “mística del flamenco”. Natalia es una cantaora completa, formada, de presencia seria y sosegada, que cantó en la Peña Alto de la Fuente con la misma profesionalidad con que lo haría en el Teatro Lope de Vega. Canta con conocimiento, con compás, con la solemnidad que requiere lo importante. Hace los cantes por derecho y por derecho la acompañó el magnífico guitarrista Antonio Herrera, sobrio y acompasado, sin fisuras.
Cantes por tientos-tangos, soleares, cantes de Cádiz, martinete con seguiriya, fandangos y bulerías. Este fue el repertorio de su cante. Cantes largos y clásicos, letras medidas, bien elegidas. Cantaora profesional, guitarrista profesional. Una gran noche flamenca.
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